Uno de las sensaciones más gratificantes al hacer clases de tipografía, es sentir que el conocimiento se está renovando minuto a minuto, al ritmo del recambio generacional.
Con el curso, hace algunas semanas acabamos de hacer un interesante trabajo que pretendía estudiar la forma de las letras con el fin de crear híbridos para componer un pequeño texto.
La manera más común de entender una mezcla entre 2 o más tipografías es tomando algo de esta, algo de esta otra y listo. Sin embargo, y a medida que las correcciones avanzaban nos empezamos a dar cuenta que entre errores conceptuales y genialidades, las propuestas se empezaban a hacer cada vez más interesantes.
Podemos entonces concluir que existen al menos 4 maneras (mezclables unas con otras) de conceptualizar una interesante mezcla tipográfica.
1. Mezclando terminales
Mezclar terminales, es la solución más inmediata a la hora de pensar un híbrido. Le saco un trazo a una y se lo entrego a la otra. Si lográsemos dividir por la mitad cada uno de los trazos, podríamos entender que existe un inicial y un terminal.
Cada una de estas secciones a su vez, las podemos usar como módulos e ir componiendo nuevas letras, entendiendo cómo con la simple integración o exclusión de elementos podemos ir potenciando y reforzando nuevos conceptos.
En el ejemplo podemos ver que a partir de los 2 trazos de la “r”, podemos obtener 3 terminales que mezclados entre si, obteniendo 6 “erres” híbridas distintas unas de otras.
2. Mezclando contraformas internas-externas
No deja de ser interesante conceptualizar una mezcla en la que el contorno externo mantenga un aspecto y por dentro nos brinde un lenguaje completamente diferente.
Es decir, que por fuera sea de una manera, y por dentro de otra, saltándose todas las leyes de la buena tipografía.
En el ejemplo podemos ver 2 casos, en el primero la tipografía bodoni aloja la contraforma interna de la fette fraktur (no literal, claro está, pensando en que el ejercicio tiene que funcionar por sobre el “cumplir la regla”), mientras que en el segundo, la gótica recibe la contraforma interna de la helvetica.
3. Un concepto de mezcla integral
Podríamos decir que puede ser una mezcla entre el primer punto y el segundo, pero no. Esto es ir un poco más allá y provocar un perfecto matrimonio entre los dos estilos, definiendo con claridad qué parte de cada letra quiero mantener. El objetivo del ejercicio es entender que el lenguaje está por sobre el respeto de la forma.
En el ejemplo, tenemos que la “a” trabajada no corresponde literalmente ni a uno ni a otro tipo de letra, sino que es capaz de adaptarse a una mezcla de trazos e intenciones.
4. Agregando extensiones
Una cosa es alterar el trazo de la letra, otra distinta es intervenir la forma y contraforma.
Pero algo muy distinto es entender la mezcla como una adición (o sustracción) de formas (o contraformas), tomando pedazos prestados de una para vestir a la otra.
En el ejemplo podemos ver a la nueva “R”, ser disfrazada de gótica con pedazos escogidos, y que no necesariamente corresponden a obvias continuaciones de trazos.
Este tipo de ejercicios por lo general son muy simples, pero a la vez muy poco practicados. Mezclando dos o más tipos de letras podemos descubrir cosas notables con respecto al trazo, la forma y la contraforma, pero por sobretodo podemos perderle un poco más el miedo a la manipulación de las letras.
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