Nunca olvidaré el día en que un tipo que sabía de religión se me acercó y me dijo: “si me preguntaran ¿qué es lo primero que haría Jesús en una segunda venida a la Tierra?. Respondería que mandar a quemar todas las biblias. Los textos divinos son el origen de todas las guerras religiosas”. Detrás de su apocalíptico comentario, existía un mensaje claro y cierto, que tiene que ver con la invulnerabilización de las leyes. Mucho menos si son divinas. Hay que acatar.
Creo que por el mismo afán de luchar por romper las leyes en nombre de la libertad, el cielo no existe para los revolucionarios, y la última vez que me echaron a patadas del “Olimpo tipográfico” prometí volver para destrozar el mítico monumento a las tablas de la ley tipográfica.
Hoy, desde el infierno tipográfico escribo este artículo incitando a las masas a la revolución académica en contra de las biblias tipográficas. Invitando a no tener miedo de experimentar con el terror tipográfico.
El concepto violación de una regla
Antes de violar la ley, es bueno preguntarse por qué lo quiero hacer, y qué conseguiré haciéndolo, ya que cuando las reglas se rompen por capricho, por lo general los resultados son desastrozos.
Los mandamientos tipográficos no fueron escritos por seres comunes y corrientes, y eso guste o no, hay que reconocerlo, por lo que cualquier atentado a “la forma” de la ley será castigado con la burla, menospreciación y humillación de nuestros pares. De modo que cuando lo intentes, debes hacerlo sabiendo que vas en contra de la corriente y el resultado no debiese apuntar a crear “efectos”, sino que a minimizar errores (si vas a robar, es mejor que sea para alimentar a tus hijos, y no para creerte cool). Y si vas a pecar de blasfemia y herejía tipográfica, trata de no herir a nadie que te intente leer.
1. Blasfemia del expandido
Todos, algún día hemos pecado de expandir o comprimir las tipografías. Todos algún día hemos también sido víctimas de inescrupulosos diseñadores que dañaron alguna carátula de nuestro artista favorito expandiendo o comprimiendo sus letras, sin embargo, ¿cuál es la verdadera razón por la que no podemos expandir las tipografías?
Voy a explicar con la imagen de ejemplo (puedes hacer click sobre la imagen para verla a tamaño real).
La palabra vino está expandida al doble, y en ella podemos ver cómo la tipografía está morbosamente mal deformada.
En la indicación nº1, podemos ver cómo el punto de la “i”, deja de ser redondo.
En la indicación nº3 y 4, podemos ver cómo los trazos delgados dejan de ser uniformes.
En la indicación nº2 y 5, los trazos gruesos están también claramente deformados.
En la indicación nº6, el detalle del serif deja de tener esa delicada terminación circular.
Todos estos detalles que ocurrieron en la deformación hacen que la tipografía se vea horrenda, y totalmente antinatural. Pero, ¿todas las deformaciones son para peor?.
Cuando tengamos la necesidad obligada de deformar una tipografía, es sano asegurarse que no tendremos efectos indeseados.
En el caso de la palabra “lift”, prácticamente no tenemos resultados no deseados al expandirla al doble de su ancho. Es más, tal vez pudiese aguantar ser expandida a un 300%. O sea, el mandamiento “no manipularás el ancho de la tipografía” funciona sólo en determinados casos. Si vas a blasfemar, recuerda hacerlo con estilo.
2. Blasfemia de la escritura vertical
En el primer día de clases del taller de primer año en la escuela de diseño, tus profesores antes de presentarse y darte la bienvenida, es muy probable que te hayan dicho que JAMÁS escribas verticalmente. Hoy en día ya eres un experimentado diseñador y agradeces las palabras de tus profesores, porque cuando ves a alguien que cometió el delirio de escribir hacia abajo al estilo “Carnicería”, agachas la cabeza y sientes vergüenza ajena de ver cómo deterioran la profesión.
Pero ¿cuál es la verdadera razón por la que no podemos escribir hacia abajo?
Nuevamente voy a explicar con la imagen de ejemplo.
En el primer ejemplo vemos con un cara de terror lo mal que queda la palabra “mailman”. Sin embargo podemos obtener varias enseñanzas de esta serie de errores.
En primer lugar, nos damos cuenta que la verdadera razón por la que no podemos escribir verticalmente es porque las letras no están preparadas para trabajar hacia abajo, y esto se nota en que:
-Vemos que los anchos de las letras son disparatadamente ambiguos.
-Vemos que no todas las letras tienen el mismo alto (ascendentes y descendentes), por lo que el interletraje (interlínea en este caso) es desastroso.
-La palabra se nos hace eterna hacia abajo, y antes de llegar a la “m” ya perdimos toda la concentración (y eso es que mailman es una palabra relativamente corta).
-La contraforma abierta debajo de la “m” y el hecho de que la “m” sea más de 10 veces más ancha que la “l” producen excesivos problemas de legibilidad.
-La i, al ser un signo compuesto verticalmente, produce una indeseada división de la palabra.
En el segundo ejemplo, muchos de los problemas antes mencionados se solucionan cambiando la tipografía por una versalita. Sin embargo, la palabra sigue pareciendo un poco problemática.
Una de las razones que nos hacen sentir que las los anchos de la letra juegan en contra nuestro, es porque las letras están demasiado cerca unas de otras. En el tercer caso, bastó con alejarlas un poco para darnos cuenta que prácticamente todos los errores que cometimos con el primer ejemplo, fueron resueltos. Y es que si vas a cometer herejía, hazlo con estilo.
3. Blasfemia del italizado falso
La extraordinaria Ellen Lupton tardó demasiado tiempo programando un entretenido juego que nos enseña lo desastroso que resulta italizar a la mala una tipografía, sin embargo (por lo menos en su web) no nos explica por qué es un crimen inclinar la tipografía.
Si analizamos los 3 ejemplos superiores, podemos darnos cuenta de que el primero corresponde a la tipografía original, y el tercero corresponde a su versión itálica.
El segundo ejemplo, no pareciese una versión tan errada. Claro que no, porque aunque está hecho a partir de un forzamiento del primero, responde al carácter y proporciones de una versión oblicua (se recomienda revisar artículo dedicado a las itálicas).
En primer lugar, para que pareciera una oblicua real, se le dio una inclinación forzada de 10º. Como quedó una desastrosa versión de la original, se forzó nuevamente y se condensó al 94%. El resultado tal vez no es el óptimo, pero claramente no es lo desagradable que puede llegar a ser una tipografía mal italizada.
4. Blasfemia la falsa negrita
Muchas veces al seleccionar el ennegrecido de la letra, nos damos cuenta de que algo raro está pasando, que la versión negrita es mucho más grande que la regular, o que las contraformas se pierden. Muchas veces ni siquiera nos damos cuenta que estamos trabajando con una versión falsa.
Recuerdo la vez que estaba trabajando en flash con una versión bold de una tipografía mía, siendo que ni siquiera la había diseñado. ¡Madre mía, algo raro está pasando aquí!.
De todos los pecados capitales anteriormente mencionados, creo que el de la negrita falsa es el menos terrible de todos. El problema es que el software está haciendo algo sin preguntarte y es muy posible que te empuje a un grosero error.
El ejemplo nº1, corresponde a la tipografía original, el nº2, a la versión final del bold falso. El tercer ejemplo corresponde al paso 1 y 2 superpuesto.
¿Por qué cuando aplicamos un bold falso la tipografía parece que fuera más grande?
Los softwares entregan un expandido proporcional tanto al exterior como al interior del trazo, por lo que la altura será un poquito mayor y hacia abajo también será proporcionalmente un poco más grande. Equivale a pintarle un contorno.
Si uno quisiera crear una falsa negrita (en caso de que la tipografía elegida no tenga, claro está), es sano en primer lugar crear un expandido que nos satisfaga (no el por defecto que nos entrega el programa). No temamos entonces en comprimirlo verticalmente ya que al comprimirlo, se adelgazarán proporcionalmente los trazos horizontales, resolviendo de pasada la corrección perceptual óptica. En el 4º ejemplo, el expandido verde se comprimió verticalmente al 91%, dando paso a la versión bold roja.
5. Blasfemia del texto tramado
Creo que uno de los errores más insultantes para el lector, es que le entreguen una tipografía a cuerpo microscópico. Error.
Creo que el insulto más grande es que lo hagan leer un texto tramado y chico.
Cuando nosotros trabajamos a porcentajes de colores, debemos saber que la imprenta tramará el color, y que no saldrá tal cual lo vemos en pantalla. Es por eso que por lo general leemos los textos en negro (punto nº1). Sin embargo, es muy común leer textos pequeños en tintas sólidas cian y magenta.
Cuando empiezas a mezclar tintas para generar colores, debes saber que si usas porcentajes te pasará lo que vemos en el ejemplo, en los puntos 2 y 3.
Sin embargo, si usas en un texto 100% de magenta más 100% de cian, arriesgas a que el más mínimo descalce produzca un desagradable efecto de vibración. Entonces, ¿existe alguna opción al negro full, el cian full, y el magenta full?.
Para ser un hereje blasfemo hay que ser un buen observador, y basta darse cuenta que no hemos hablado del amarillo.
El amarillo es el “color amigo”, ya que es tan fuerte como el cian y el magenta, pero gozamos con que prácticamente no tiene contorno. En el punto cuarto podemos comprobarlo, y aún con ese grosero descalce, no nos produce la vibración que nos produciría ese mismo descalce de los otros dos colores.
De esta manera podemos usar el amarillo incluso a porcentaje para componer colores extra de texto. Así podemos conseguir toda la gama que va del verde full al cian, y del rojo full al magenta, pasando por todos los anaranjados.
Y es que para ser un blasfemo, tienes que hacerlo con estilo.
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